dibujo en el que varios niños salvan un barranco gracias a un libro sostenido en el aire

Como he hecho varias veces desde 2006, propongo que los profesionales de la educación volvamos simplemente a recordar (entre compañeros y a los ciudadanos y ciudadanas que nos confían a sus hijos) para qué tiene que servir la escuela, al servicio de quién debe estar, cómo creemos que tiene que ser aquella escuela que los niños y adolescentes necesitan hoy. Cuando nos sumergen en debates estériles y en realidades construidas, propongo aplicar a los interlocutores un protocolo de diez puntos (si es confesional de diez mandamientos). Al situarse en uno u otro punto de las diferentes variables quedará descrita la escuela a la que unos y otros se refieren con sus argumentos. Viene a ser como un mapa para situarnos y describir con rigor la escuela de la que hablamos.

Unos dicen que hay que poder escoger escuela y otros decimos que hay que garantizar escuela. Pero ¿cuál? Contestad y haced contestar a diez preguntas.

La escuela que yo quiero es:

  1. ¿Para algunos o para todo el mundo? No sirve contestar que es para casi todos. Porque, si la imaginamos por todo el mundo, tenemos que pensar cuántos desastres finales estamos dispuesto a soportar. Y esto obliga a actuar desde los inicios para evitar los recorridos escolares fracasados y para diseñar una escuela en la que no sean crónicos los desastres sociales. Aclarar, por ejemplo, qué parte de la vida de todos entra en la escuela o para qué demonios sirve repetir. Si definimos que es solo por algunos, hay que aclarar cómo distribuimos buenos y malos alumnos a lo largo de toda la escolarización. También, si una buena clase social puede tener alumnado malo y si los diversos marginados pueden aspirar a ser buenos alumnos. ¿Escuela justa o escuela justificadora de la desigualdad?
  2. ¿Garante del mérito o constructora de oportunidades? Convendría aclarar dos dogmas al uso: quien se esfuerza puede llegar donde quiera; todo el mundo tiene, si quiere, las mismas oportunidades. La escuela tiene que dedicarse a hacer posible que el alumnado se esfuerce, desarrollando sus “talentos”. O, la escuela se dedica a construir oportunidades educativas (que no todo el mundo tiene en su entorno), aquellas que hacen posible el desarrollo, conectan el alumnado con el saber y valora la experiencia de aprender. Una escuela destinada a hacer posible y a compensar o una escuela destinada simplemente a conseguir aquello que el origen social ha previsto.
  3. ¿Bajo un modelo único o con capacidad de hacer un aprendizaje personalizado? Sabemos que dos de los grandes retos de la escuela actual son la desigualdad y la diversidad. Necesitamos una escuela estructurada y ordenada a la que cada alumno debe aprender a adaptarse. O necesitamos una escuela pensada para la diversidad de diversidades que representa su alumnado. Significa aclararse sobre cómo la organización, las metodologías, las didácticas, los agrupamientos o las tutorías consideran la realidad (vital, cultural, económica, lingüística, social, etc.) diversa de los niños, niñas y adolescentes que entran cada día por la puerta de la escuela. También puede significar seleccionar el alumnado y evitar que se mezcle. Escoger escuela significa escoger las buenas compañías. La escuela uniforme necesita población uniforme.

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