Viñeta de Mafalda sobre los principios

La respuesta ante esta disertación de carácter educativo, radica en cómo determinar en qué consisten esos valores que deberían de orientar a la misma, ante los nuevos retos visibles en la actualidad; los cuales deben asumirse en torno a la globalización, como también ante la intolerancia, desigualdad y falta de compromiso cívico que se traduce en una sociedad excluyente, donde la diversidad religiosa y cultural no tiene cabida.

De esta forma, debería darse una confluencia desde una hermenéutica crítica, entre aquellos postulados de carácter filosófico, psicológico y antropológico que puedan ir de la mano con las neurociencias; logrando así, encausar de nuevo el ideal fundamental al que apuntaba en un principio la producción de cultura, como expresión de una auténtica educación, siendo más racionales, críticos y reflexivos, frente a nuestro entorno, pero sobre todo desde una perspectiva de carácter ético.

Esta postura, merece ser analizada desde el planteamiento del filósofo Javier Gracia, quien desde un juicioso análisis, nos expone que el fundamento de la educación, ha estado ligado desde sus orígenes a la ética, al ser esta la conformadora del propio carácter; el cual, debería optar ante todo por la libertad, la justicia y la solidaridad.

Porque en su defecto, las manifestaciones contrarias del mismo, serían el ejercicio de la esclavitud, la insolidaridad y el desprecio, frente a la dignidad de las personas, atropellando la naturaleza inherente y constitutiva de cada uno.

Lo anterior, lo expuso también el filósofo alemán Immanuel Kant, al argumentar que toda persona era lo que era a raíz de su educación, postura que perfectamente se entrelaza con los planteamientos del Doctor Gracia y del filósofo español Ortega y Gasset en cuanto a que el sentido de la vida humana es una constante, un que-hacerse a sí mismo, desde un bien-hacerse; siendo la educación el horizonte, donde aspira forjarse el carácter del ser humano, desde unos valores universales.

Javier Gracia, nos dice que la educación no es un individualismo competitivo, sino más bien el reconocimiento reciproco de personas que se saben unidas, por un vínculo cordial, siendo este el lazo interpersonal, la clave para un mundo educativo; donde se debe educar respetando las particularidades de cada uno, pero sembrando la semilla de la tolerancia y la aceptación en torno a la diversidad humana.

Así, cuáles serían los valores éticos que se deben implementar en una educación de carácter ético, donde el presente es sin duda multicultural y el futuro se encuentra a unos pasos de la interculturalidad, desde el sentido de la propia familia; la cual, es el núcleo primero y base sobre la que se sustentan, los principios de toda sociedad, misma que debería transformarse en una humanidad cívica, dando un salto cualitativo, ante la instrumentalización del capital humano en que se ha transformado a las personas en las últimas décadas.

Por ello, invertir en una educación ética es una necesidad fundamental en el sentido de que la ética, ha sido desde los anales de la historia, la conciencia vigilante y combativa ante todo adoctrinamiento; el cual, nos ha inducido hacia una crisis social y humana que amenaza nuestra existencia.

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