imagen de un nene libanés refugiado

Apenas lleva un año en vigor y ya se ha demostrado que es un absoluto fracaso: el acuerdo entre la Unión Europea y Turquía para la gestión de las oleadas de refugiados se puede resumir en cifras devastadoras, y en la situación de un país, Grecia, que está soportando la crisis prácticamente sola. La asociación SOS Refugiados En Red publicó recientemente los datos obtenidos en solo los primeros tres meses del año pasado: la costa helena recibió más de 150.000 inmigrantes, lo que sumado a la oleada de 2015, superaba holgadamente el millón. En esos tres meses, 40.574 personas fueron rescatadas del mar y, aunque no hay cifras exactas, se estima que otras muchas miles murieron en el intento.

A día de hoy, en el campo de detención de Quíos hay 2.165 refugiados en un espacio habilitado para la mitad, y en Samos, donde hay oficialmente 850 plazas, se hacinan 974 migrantes. En las islas del Egeo oriental la tensión no deja de aumentar, puesto que a la superpoblación se suma el régimen de confinamiento de los refugiados. A eso hay que añadir un hecho aún más lacerante y que demuestra que las crisis bélicas se ceban, una vez más, con los más débiles: casi la mitad de los refugiados llegados a las costas griegas desde Siria, Afganistán, Irán e Irak, son menores de edad.

«En estos desplazamientos los niños y las niñas que no mueren ahogados en el mar o asfixiados en camiones, se ven sometidos a las mafias, a la explotación y la trata de personas, padecen hambre, frío, falta de sitios seguros donde dormir, falta de asistencia médica y situaciones de violencia», denuncian desde la ONG Save the Children. «Tras la firma del acuerdo con Turquía, las islas griegas se han convertido en auténticas cárceles con unas condiciones degradantes que han llevado a un aumento alarmante de las autolesiones, agresiones, ansiedad y depresión entre los niños refugiados».

El pasado marzo, miles de griegos salieron a la calle a denunciar esta situación. Curiosamente, el país más azotado de Europa por la crisis económica es el que mayor peso soporta sobre sus hombros de otra crisis, la de las oleadas de refugiados con destino incierto. Los partidos de izquierda, sindicatos y otras entidades que organizaron la concentración denunciaron que, tras el acuerdo, en el que se pactó que los refugiados que llegasen a las islas griegas serían devueltos a Turquía, desde donde su reasentamiento en países de la Unión Europea sería procesado, ha logrado que se reduzca drásticamente la entrada de migrantes en costas helenas en 2017 respecto al año pasado, pero la falta de compromiso europeo en su reubicación supone que más de 62.000 refugiados siguen detenidos en pésimas condiciones en Grecia. Más del 40% son niños y niñas.

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