Pascual Gil

Pascual Gil es muy joven. Lleva «solo» cuatro años como profesor de Historia en la Comunidad Valenciana, en su pueblo natal. Desde hace poco más de un año se ha convertido en uno de esos referentes de lo que llaman «profesaurios» en redes sociales como Twitter. Defiende la necesidad de mantener los contenidos curriculares y de que el alumnado se esfuerce (no defiende la cultura del esfuerzo, «es clasista y neoliberal», asegura). Hablamos con él sobre la situación de la educación, la reforma competencial, la formación del profesorado o el papel de la escuela en el siglo XXI. Una conversación muy larga, de más de dos horas, que a ratos resulta irónica, a ratos ofrece más interrogantes que respuestas y que siempre da que pensar.

Estás a punto de publicar un ensayo. Cuéntanos un poco.

El ensayo es un trabajo que hice durante el confinamiento, de tres-cuatro semanas. Un tiempo en el que estaba harto de escuchar los mismos discursos educativos; de ver que lo que se decía que era la escuela no era lo que yo vivía en el día a día; de contrastar los discursos hegemónicos en lo educativo y lo que yo había vivido como alumno hacía nada de tiempo. Harto de esto, me senté y durante tres o cuatro semanas dediqué todas las tardes a escribir un ensayo. Tampoco es enorme, ciento y pico páginas. Lo mandé a varias editoriales y hay una en Cataluña que está dispuesta a publicarlo, en catalán y castellano. La editorial Apostroph. A finales de este año o principios del siguiente.

Después del artículo que os envié, escribí varios más, más concretos, porque el que os mandé era una reflexión mucho más general. A partir de este he desarrollado el libro. Y habla sobre el mito de la motivación y las tonterías que se dicen sobre ella; de las pseudociencias que se meten muchas veces en la formación docente; de por qué parece estar mal el saber por saber…

¿Está mal?

No sé… la típica pregunta de para qué sirve saber algo ¿De qué sirve no saberlo? De algo más servirá saberlo que no saberlo. Digo yo. Saber por saber es una aspiración que desde Aristóteles y Platón tenemos y parece que se está perdiendo. Si algo no tiene una aplicación inmediata que te genere un rédito tangible, parece que no tiene importancia. Y reducir la escuela a eso es absurdo. Para eso, cierras el colegio, abres escuelas de oficios y vuelves al antiguo régimen.

¿Crees que las competencias clave vienen a ser esto?

A ver, alumnos competentes hay que formar siempre. Es absurdo pensar que la escuela lleva 200 años formando metafísicos de las nubes. El problema es que hay un discurso hegemónico, promocionado desde los medios y las instituciones internacionales económicas y desde muchas plataformas políticas que, vestido con un lenguaje más asociado históricamente a la izquierda o a lo progresista (de revolución, de cambio, de progreso), te mete un programa neoliberal de cuidado.

Leer la entrevista completa en El Diario de la Educación.

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