Imagen de Antonio Guerrero

En 2018 la Plataforma de Atención Temprana dio un paso más en su lucha por mejorar la calidad de vida de los menores y sus familias. Se creó la Fundación Antonio Guerrero y su labor no ha cesado con el propósito de normalizar la discapacidad en una sociedad que aún no la acepta. De hecho, el acoso a estos niños les provoca graves pensamientos suicidas. «Si con esa edad ponen en marcha el mecanismo de la muerte es que algo estamos haciendo muy mal, todos», apunta Guerrero y señala que la apuesta por la educación y la investigación tiene que ser clara. «La sociedad es plural y todos tenemos que caber en ella».

¿La discapacidad supone luchar contra molinos de viento?

Lamentablemente sí. Y no sólo tienen que luchar contra la Administración, también contra la propia sociedad. En los colegios no siempre es comprendida la discapacidad, los niños sufren acoso, burlas, igualmente en otros entornos. Todavía queda mucho camino por recorrer para normalizar la discapacidad, para que forme parte de nosotros.

Aun así se ha avanzado mucho en los últimos años…

En el ámbito legal, en el presupuestario, se ha avanzado mucho, pero poco en el de las barreras sociales. Sigue habiendo un paro en este colectivo del 85%.

¿Cómo se podría conseguir esa normalización?

Lo vamos intentando muy poco a poco. No hacemos grandes campañas, vamos a demanda, a ayuntamientos, a colegios, tenemos 15 proyectos enfocados en dar visibilidad a la discapacidad y a la diversidad. Pero hay algo que nos preocupa mucho que es el espectro autista.

¿Por su prevalencia?

Sí. De cada 80 partos un bebe nace con algún trastorno del espectro autista. Dentro de pocos años va a haber un subconjunto de la sociedad que va a convivir con nosotros y que son personas que van a tener autismo, altas capacidades o serán no verbales o se autolesionarán. Hay que ir educando a la sociedad y a los padres, que se sienten realmente solos cuando la palabra autismo entra en su vida como un cataclismo.

¿Qué ocurre en la familia cuando se diagnostican estos problemas?

Cuando el diagnóstico se confirma provoca un estrés brutal, la familia no están preparadas para una noticia de este tipo. Cuando se dan cuenta de que la genética les ha jugado una mala pasada, que les ha dado algo para lo que no están preparados, el proceso de asimilación y pérdida de idealización de ese hijo es muy traumático. En un 75% la pareja se rompe antes de que el menor cumpla los 10 años. La base se dinamita.

Leer la entrevista completa en el Diario de Sevilla.

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