Despertar de Tetsuya Ishida

La disposición adicional séptima de la LOMLOE establece:

“Normativa sobre el desarrollo de la profesión docente: A fin de que el sistema educativo pueda afrontar en mejores condiciones los nuevos retos demandados por la sociedad e impulsar el desarrollo de la profesión docente, el Gobierno, consultadas las comunidades autónomas y los representantes del profesorado, presentará, en el plazo de un año a partir de la entrada en vigor de esta Ley, una propuesta normativa que regule, entre otros aspectos, la formación inicial y permanente, el acceso y el desarrollo profesional docente”.

Por otra Política Educativa. Foro de Sevilla plantea las siguientes alternativas para esa propuesta normativa

Una cultura pedagógica que responda a los nuevos desafíos de la sociedad contemporánea requiere una nueva forma de concebir la función y el desarrollo del profesorado, siendo conscientes de que aprender a enseñar no es solo aprender modelos, estrategias y teorías es, sobre todo, aprender a conocer, pensar, sentir y actuar como docente, es decir, como profesional del conocimiento y del aprendizaje educativo. La docencia como tutela de personas que aprenden a investigar, a experimentar y a vivir es la clave de la nueva función docente en esta era digital, global, tan compleja y turbulenta. Se requiere la reconstrucción de su rol, de transmisores de información a diseñadores de experiencias educativas de aprendizaje.

En síntesis, las cualidades de una docencia informada, sensible y responsable tienen tanto que ver con su personalidad (honestidad, apertura mental, cariño, curiosidad, compromiso y sensibilidad humana), como con su formación y competencia profesional. Entre las competencias profesionales de los y las docentes contemporáneos cabría destacar las siguientes: capacidad para comprender y diagnosticar fenómenos, situaciones, procesos y sistemas educativos; capacidad para coodiseñar, planificar, desarrollar y evaluar de manera personalizada el currículum; capacidad para coodiseñar y crear contextos de aprendizaje y comunidades de aprendizaje de apoyo mutuo; y capacidad para autorregularse y desarrollarse profesionalmente, en cooperación, a lo largo de toda lo vida.

Por otra parte, conviene no olvidar que los y las aspirantes a docentes se presentan al proceso de formación profesional con una poderosa, consolidada e implícita mochila pedagógica (conocimientos, creencias, habilidades y actitudes pedagógicas) modelada a la largo de su prolongada experiencia vital como estudiantes en la institución escolar, desde infantil hasta la universidad. Una mochila que, para la gran mayoría, está saturada de modos de pensar, sentir y actuar, modelados en la cultura pedagógica de esa escuela convencional, que deseamos transformar porque no puede responder a las exigencias educativas del complejo y cambiante mundo contemporáneo. Los futuros docentes llegan a la universidad con un conocimiento, una cultura pedagógica, intuitiva, muy poderosa desde el punto de vista existencial y operativo pero muy pobre desde el punto de vista epistemológico. Es decir, con creencias pedagógicas muy arraigadas, y muy poco informadas, cuestionadas y contrastadas que es necesario reconstruir a la luz de las aportaciones de las ciencias de la educación.

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