imagen de las tres alumnas

Las escaleras del instituto público Aliste albergan una intensa charla entre tres adolescentes. Un sol primaveral caldea un debate sobre aporofobia, refugiados, derechos humanos y perspectivas de futuro rural mientras la campana decreta la hora del recreo. La estampida de estudiantes hace resonar las sillas y mesas antes de huir hacia el patio y el exterior del centro educativo de Alcañices (Zamora), un pueblo de 1.000 habitantes. Tres chicas saludan a sus colegas que están saliendo de clase mientras explican cómo han conseguido poner colorada a la Unión Europea (UE) por “fomentar el odio” a los refugiados. La Defensora del Pueblo Europeo ha admitido estas críticas por un contenido en la web oficial comunitaria, ya modificado, que vinculaba las oleadas de migrantes con el terrorismo sufrido en los últimos años.

Esther Martín, María Pérez y Paula López son las tres únicas alumnas de Economía en segundo de Bachillerato. Les interesa tanto la asignatura que el profesor, Chema Mezquita, se las ingenia para ir más allá de los libros de texto. El curso pasado charlaban sobre el club europeo y visitaron el apartado de Historia de la web de la UE. La página establecía que ante la reciente llegada de refugiados por el extremismo religioso y la inestabilidad en África u Oriente Próximo “la UE no solo se enfrenta al dilema de cómo atenderlos, sino que también es objetivo de varios ataques terroristas”. Les chirrió. Incluso en aquellos meses de educación a distancia la reducida clase coincidió en la injusticia de esas palabras. Paula López, de 18 años, considera que “ponía la cruz” a ese colectivo vulnerable y esgrime que “la UE debería representarnos a todos”. Esther Martín, de 17, recalca que estos discursos enfocan a quienes llegan en patera y no en avión: “Es aporofobia y racismo”.

Las amigas quisieron actuar y, antes de nada, informarse. María Pérez, de 18, subraya que para conseguir cambios no basta con “hablar y debatir”, sino intervenir con argumentos. Su compañera Martín remata: “No somos de leer y callarnos”. Por eso se empollaron la Declaración de Derechos Humanos y los valores que promulga Europa. La primera queja se la dirigieron a los responsables de la página, pero no hubo respuesta.

Las reclamaciones sobre este “texto ofensivo y discriminatorio con los refugiados y personas de otras religiones”, lo remitieron a la Defensora del Pueblo Europeo, sin mucha fe, pero con la conciencia tranquila. Hasta que llegó el premio: hace unos días recibieron en su correo electrónico un mensaje con la bandera azul y estrellas amarillas. La UE admitió el error y cambió la página en las 24 lenguas comunitarias. Ahora pone que “la UE se enfrenta al reto de cómo cuidar de ellos [los refugiados] salvaguardando al mismo tiempo su bienestar y respetando sus Derechos Humanos”. Ya no aluden al terrorismo. La Defensora, Lene Naesager, les detalló en su escrito que los servicios de la Comisión aceptaron que “la redacción previa podría ser confusa”. “Me complace informarle que dicho texto ha sido actualizado, en línea con nuestra práctica editorial, de cara a eliminar cualquier posible conclusión que apuntase a una asociación entre refugiados y terrorismo”, añadió.

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