imagen de una mesa de colegio y un bote de gel hidroalcohólico

La educación en España no ha dejado ni un instante de estar en el epicentro de la pandemia. Pero, mientras el sistema sanitario ha librado la batalla en primera línea, el educativo lo ha hecho a distancia, en un experimento obligado de educación telemática. Ahora, toca pensar en la vuelta al aula. Los informes y expertos consultados, desde los sociólogos hasta los pedagogos, coinciden en que hay motivos para la alerta, tanto por el estado del sistema como por las obligaciones que se le acumulan. El diagnóstico es coincidente: un sistema ya dañado por la pasada crisis afronta un desafío inédito y de dimensiones históricas, partiendo de una posición de debilidad, teniendo que contener la brecha social agravada por el confinamiento al mismo tiempo que cumplir exigencias sanitarias en un contexto de presión. Correr y a la vez atarse los zapatos.

¿Es posible? infoLibre analiza, con ayuda de investigadores del campo educativo, la situación y perspectivas de la educación.

Acumulación de tareas

La escuela está atrapada «entre el imperativo de la salud y el de la educación«, usando palabras de Mariano Fernández, catedrático de Sociología, en un artículo en The Conversation. A toda prisa, cada uno de los 17 sistemas tiene que adaptarse a enseñar bajo la amenaza del virus, dando más peso a la tecnología y al aprendizaje a distancia, reorganizando espacios y horarios, con recursos limitados, readaptando los currículos para recuperar lo perdido sin dejar de avanzar, todo ello mientras el país se adentra en una nueva crisis económica que afectará a millones de familias y a las cuentas públicas. Ese es el panorama. Y un factor más del que alerta Jesús Rogero, sociólogo de la educación: el creciente hartazgo de los docentes.

Rogero y José Miguel Martín han escrito un artículo que completa el listado de tareas pendientes de la escuela: frenar la segregación, incorporar prácticas de éxito contrastado, preparar unidades de apoyo psicológico, reforzar la atención al alumnado vulnerable, suministrar materiales, garantizar la comida diaria… El catedrático de Sociología Xavier Bonal ha añadido otra: la «evaluación de la pérdida» de aprendizaje. Ocurre como con la lucha con el virus, ha recalcado Bonal: hacen falta datos para atinar con la solución. Por si esto fuera poco, la escuela debe desempeñar el inevitable papel de apoyo a una conciliación que se hace cada día más difícil. Deberes y más deberes.

«Habrá que añadir recursos humanos con fórmulas adecuadas a la urgencia y la transitoriedad (esperemos) de la situación: docentes temporales, en prácticas, cuidadores, voluntarios», señala Fernández en su artículo. En otro, publicado en su blog, añade: «La combinación de presencialidad y virtualidad no podrá ser de talla única. Habrá que conjugar en forma diversa y variable la máxima presencia de los más vulnerables, la mínima de los más arropados por su medio y la mixta en sede para todos».

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