un ábaco con cuentas de colores

La Lomloe establece que las materias de la ESO se pueden agrupar por ámbitos de conocimiento. Desde el presente curso, en la Comunidad Valenciana se ha impuesto en primero de ESO el trabajo por ámbitos. Todos los alumnos ya cursan obligatoriamente el ámbito científico-tecnológico (normalmente, Matemáticas, Biología y Tecnología) y el ámbito sociolingüístico (habitualmente, Valenciano, Castellano y Geografía-Historia), con posible continuación a segundo de ESO. Esta imposición implica que el profesorado debe realizar su programación didáctica mediante proyectos que integren tres materias en una sola (el ámbito correspondiente en cada caso).

El ámbito científico-tecnológico de nuestro contexto recoge básicamente el movimiento promovido en Estados Unidos hace unos treinta años, denominado STEM (Science, Technology, Engineering and Mathematics), al que más recientemente se le ha añadido la A de ‘Arts’, cuyas siglas son STEAM. Este impulso educativo tuvo en su origen un trasfondo político-económico, de corte neoliberal. Paradójicamente, este planteamiento pedagógico se está impulsando actualmente por grupos que se catalogan a sí mismos como progresistas. De esta forma, el nuevo acrónimo ha demostrado tener gran capacidad proselitista, ganando una creciente aceptación como pretendida alternativa a aspectos de mejora de la enseñanza actual. Su extensión a la rama de humanidades se ha materializado en el denominado ámbito sociolingüístico. Lamentablemente, la integración de asignaturas en ámbitos se ha asumido acríticamente, en forma de moda ciega de modernidad, lo que ha provocado mucha confusión, ya que por otro lado un creciente número de prestigiosos investigadores se han mostrado escépticos al señalar notables limitaciones, que condicionan seriamente tanto la viabilidad como la posible efectividad de esta fusión disciplinar. A pesar de sus grandes defectos, debido a su inconcreción y carencias, algunos autores hablan de un tsunami educativo que está provocando una gran ola expansiva con potencialidad de arrasar toda la organización escolar existente en la actualidad. Irónicamente, algunos de estos expertos en educación científica, en traducción libre de sus siglas en inglés (STEAM), indican que sólo ‘produce humo’. No sorprendería que el siguiente paso sea la unificación de todas las materias de un curso en un gran ámbito de vapor innovativo.

Existen muchos estudios rigurosos que señalan las carencias teóricas y las deficiencias metodológicas del trabajo por ámbitos, así como la ausencia de unas pruebas empíricas que apoyen su pretendida eficacia educativa. En primer lugar, resulta muy discutible que se pueda realizar efectivamente esa unificación de asignaturas, que supere lo puramente anecdótico. Las materias a integrar poseen una estructura conceptual que condiciona su desarrollo y, en consecuencia, su aprendizaje, lo que dificulta la existencia de planteamientos teóricos bien fundamentados de fusión de materias distintas que permitan llevarse a la práctica con garantía de que propicien aprendizajes auténticos. Cada una de las distintas disciplinas posee conceptos estructurantes específicamente jerarquizados que requieren presentaciones y procesos de construcción singulares, que se difuminan con esta nueva forma de trabajo. Como resultado, esa mezcla de materias provoca una devaluación relevante de la enseñanza de las ciencias, las matemáticas, las lenguas y las ciencias sociales. La pérdida de organización disciplinar, así como la selección casual de contenidos asociada, producen aprendizajes dispersos, inconexos y carentes de significado, con la generación de lagunas conceptuales y procedimentales, difíciles de cubrir en los siguientes cursos. Con ello se dificulta que el alumnado pueda construir el conjunto ordenado y relacionado de los distintos conocimientos que componen cada una de las materias. Pretender que además adquiera una visión holística entre todos los contenidos de las distintas áreas del ámbito, se presenta como una ilusión extremadamente utópica.

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