una familia de refugiados en la isla griega de Lesbos

La esperanza de los miles de refugiados atrapados en la isla griega de Lesbos de alcanzar un lugar del que no necesiten huir se desvanece un poco cada día. Con ella, se va deteriorando la salud mental de quienes llevan más de un año en un limbo migratorio del que no encuentran salida.

La organización defensora de los derechos humanos Human Rights Watch ha revelado los resultados de una investigación sobre las condiciones psicológicas de los solicitantes de asilo establecidos en la isla, realizada entre mayo y junio de 2017. Los investigadores han documentado repetidos incidentes de auto-lesión, intentos de suicidio, agresiones, ansiedad y depresión entre los migrantes, que consideran consecuencia de la política de “contención” griega.

Human Rights Watch denuncia que las autoridades griegas hacinan a los solicitantes de asilo, muchas veces en condiciones miserables, para tratar de acelerar el procesamiento de sus peticiones y poder enviarlos de vuelta a Turquía.

La aprobación del pacto migratorio entre la Unión Europea y Turquía, en marzo de 2016, marca para Human Rights Watch el inicio de la interminable espera de miles de demandantes de asilo, que permanecen en las islas griegas desde entonces. Con el acuerdo, Turquía se compromete a admitir el retorno de los refugiados a su territorio, a cambio de millones de euros en ayudas económicas, facilidades en la obtención de visas de la UE para los ciudadanos turcos y la reapertura de las negociaciones para su entrada en la Unión.

“No habíamos vivido en una cárcel hasta llegar a Grecia”

El trauma de la guerra puede provocar daños psicológicos que perviven mucho tiempo después de abandonar las fronteras del conflicto. No obstante, el personal médico que trata a los migrantes en las islas de Samos y Lesbos ha asegurado a Human Rights Watch que la sensación de inseguridad y desamparo y la deplorable calidad de vida de los campos han tenido un grave impacto en la salud mental de los refugiados.

“Mi esperanza ha muerto desde que estoy aquí”, ha expresado desmoralizada Rabiha Hadji, refugiada kurda detenida en el centro de identificación de Moria, en Lesbos. “Hemos vivido terribles miserias [en Siria], pero nunca hemos vivido en una cárcel [hasta llegar a Grecia]”, ha contado a Human Rights Watch.

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