Imagen de Emilio Serrano

Las aulas se han convertido en una auténtica jungla en muchos centros educativos. Alumnos que se alzan en rebeldía, profesores incapaces de controlar un motín casi diario, un ratio de estudiantes por clase que roza el hacinamiento, falta crónica de recursos, padres incapaces de asumir que sus hijos no son modélicos. La situación es muy compleja y la comunidad educativa lleva tiempo exigiendo soluciones. Una de ellas, a pequeña escala pero con una gran carga simbólica, es el nacimiento del ‘profesor honorífico colaborador‘. Se trata de docentes ya jubilados y con más de 25 años de experiencia que deciden de forma voluntaria y sin cobrar un euro regresar a la escuela. ¿Su misión? Formar y asesorar a los profesores en activo y dar apoyo ocasional en las aulas. Una figura novedosa ideada este curso por la Junta de Castilla y León.

Emilio Serrano es uno de los 20 exprofesores elegidos para este curso piloto que han decidido hacer un alto en su jubilación, arremangarse y regresar al bullicio de los institutos para ayudar a las nuevas generaciones. “Esto no me viene de nuevo porque siempre he tenido profesores jóvenes a mi alrededor que me preguntaban; ‘¿Emilio, cómo haces tú tal cosa?’. Y siempre les he aconsejado en lo que he podido. Cómo llevar una clase, cómo hacer que no se desmadre el grupo o cómo desarrollar la habilidad para detectarlo a tiempo… Algo tan sencillo como contar un chiste puede reconducir la clase. O si los alumnos están distraídos con un asunto que puede ser interesante o con algo que ha pasado en la escuela, quizá merece la pena perder cinco minutos y preguntar la opinión a dos o tres, o decirles ‘tratamos ese tema mañana y venís con algunas ideas, pero ahora seguimos con la lección’. Son pequeños trucos que se aprenden a base de experiencia”, explica este antiguo profesor de biología del IES Cardenal López de Mendoza de Burgos, con 39 años de servicio a sus espaldas.

La Junta de Castilla y León plantea dos vías para convertirse en profesor honorífico. Una es postularse como formador de docentes, una especie de sabio que coordina programas de formación en materias tan dispares como la innovación educativa o la inclusión, y otra es presentar un proyecto concreto. Ese es el caso de Serrano, que presentó un plan para conservar y poner en valor el museo de historia natural del instituto, que data del siglo XIX, aunque suele alternar ambos roles. “Que nosotros volvamos a las escuelas no significa que los profesores de hoy no estén preparados. Lo están, el problema es que ahora un maestro tiene muchísimas tareas aparte de dar clase y los alumnos han perdido el respeto. Ser profesor se ha vuelto mucho más complejo y nosotros venimos a ayudar en todo lo que podamos”.

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