Texto en una pared del centro sobre el origen indio del pueblo gitano

Tres chavales sonrientes huyen del despacho, ignorando con sorna los manotazos al aire. «No os lo digo más veces: ¡Qué os vayáis!», les grita Manuel Gotor, de barba espesa y una imponente presencia que evidencia quién es aquí el director del IES Antonio Domínguez (Sevilla). En su mesa, varios rayajos tapan el nombre en una pareja. En su lugar, un «Lolito y Carmen. Te amo. 31/12/2014» que alguien esculpió en alguno de esos momentos en que Gotor, con 59 años y a punto de prejubilarse, aparcó el cargo para ejercer de padre, confesor o gestor familiar. Horas en las que su despacho se convierte en un salón de casa, en un soportal donde pasar el rato o hasta de poner paz entre dos clanes gitanos: además de grande y cercano, Manuel Gotor es un funcionario multitarea.

-Director, ¿tienes folios?-, interrumpe otro niño sin siquiera llamar a la puerta.

Y así todo el rato. Todos los días.

Cunde la confianza. Algo que incide, quizás, en que los alumnos sigan yendo a clase y no abandonen los estudios. Porque no estamos en un instituto al uso, sino en uno de los cuatro centros de educación secundaria del Polígono Sur de Sevilla, más conocido como Las 3.000 Viviendas. Un «gueto dentro del gueto», como lo llama Gotor, donde el 99% del alumnado es de etnia gitana (la prevalencia en el barrio es del 25%) y la tasa de estudiantes que no pasan al Bachillerato ha llegado a rozar el 80% en la peor época. En los últimos años ha ido mejorando. Poco a poco y muy lentamente, según matizan algunos profesores, pero con alegrías como la que se avecina en unos días: un grupo de 14 chicos y chicas va de viaje a Grecia, Polonia o Italia.

Tienen la miel en los labios desde que, hace un par de cursos, el centro puso en marcha tres vertientes del programa Erasmus+, todas enfocadas a lugares de gran marginalidad con proyectos de participación familiar, estrategias contra el abandono escolar temprano y trabajos científicos. Algunos profesores ya disfrutaron de intercambios europeos y este año es el turno de adolescentes como Juan Antonio Jiménez, El Nani. A sus 17 años saldrá de España por primera vez para conocer Poznan. Solo ha cogido aviones con destino a Tenerife y Gran Canaria. Nunca Polonia, país del que no sabe nada. «Solo que Hitler mató muchos polacos», suelta. Viendo esa inclinación por el nazismo y preguntado por el cruel legado de Auschwitz, El Nani suspira. «Ya miraré más cosas cuando se acerque la fecha», ríe.

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